CO-VID 19 en el mundo empresarial: entre la incertidumbre y el teletrabajo

CO-VID 19 en el mundo empresarial: entre la incertidumbre y el teletrabajo

El mundo cada día nos presenta cosas nuevas, pero muy pocas ocasiones o al menos a mi generación es la primera vez que le toca vivir una experiencia sin precedentes como la que se ha suscitado producto de la alerta sanitaria generada a nivel mundial por el coronavirus (COVID-19), la cual ha originado una serie de incógnitas y escenarios para los cuales un sinnúmero de empresas incluyendo grandes corporaciones a nivel mundial no han tenido respuesta, aun cuando han transcurrido aproximadamente tres meses desde el inicio de la emergencia originada en China.

Los efectos a nivel económico y social de la pandemia en nuestro país y en el mundo son hasta ahora incipientes ya que la crisis está en etapa de incubación, tal y como el virus hace presa de todos los individuos que temen contagiarse, o de quienes intentan evitar que alguno de sus seres queridos sean contagiados por éste ya no tan desconocido atacante silencioso, pero que a pesar de no ser tan nuevo para los científicos del mundo, hasta la fecha ha cobrado la vida de decenas de miles de ciudadanos, viéndonos atados de manos y pies y obligándonos a resguardarnos en nuestras casas limitando nuestra vida cotidiana, nuestra libertad de transitar libremente, nuestras ganas de salir a trabajar, pero por sobre todo de nuestra necesidad de mantener contacto con el mundo exterior de cualquier manera, de producir para sobrevivir, en otros casos para sostener a sus familias, de mantener su nivel de gastos y de vida, en un menor número para generar recursos que les permita seguir creciendo y escalando posiciones en su propio ranking de comparación frente al grupo social al que pertenecen, y en escasísimos casos para seguir acumulando riqueza, que en el 99% (sin intentar cuestionarlos), es tan grande que nunca podrán disfrutarla pero que, sin embargo, esperan les asegure el reconocimiento de salir victoriosos frente a una crisis que solo trajo desolación para muchas familias del mundo, y que para unos pocos emprendedores en el mejor de los casos si no quebraron, con seguridad me atrevo a pensar que al menos les dejará muchos aprendizajes.

Pocos son los irreverentes que no le temen a nada y que absurdamente arriesgan su vida, pero que principalmente se convierten en una amenaza para los demás, y que de alguna manera se sienten ilógicamente más fuertes o más inteligentes como para burlarse de una situación que  día a día se desborda y que consume los recursos de países enteros, sin pensar que su irresponsabilidad generará efectos nefastos en un futuro casi inmediato y que sin duda alguna les repercutirá de una forma incalculable a ellos, a sus familias y sociedades enteras alrededor del mundo de las cuales directa o indirectamente también forman parte.

El miedo y la zozobra de la gente que dejó de producir con justificada razón, en un momento determinado se extrapolará a los bolsillos de las personas, de la economía de las empresas y por consiguiente de los países, por lo cual sus verdaderos efectos empezarán a sentirse con fuerza cuando las comunidades, sociedades y gobiernos intenten retomar la actividad económica, toda vez que las restricciones de movilidad, tránsito y actividad laboral a nivel nacional y mundial empiecen a liberarse, escenario que se hará realidad solamente cuando los estados sientan que el virus que nos sometió por varios meses se encuentra controlado, procurando que su situación económica se “normalice” sin saber que será ese el momento preciso en el que se desatará la verdadera crisis económica y social para todos.

Las estimaciones y planes establecidos por el gobierno nacional y por varios gobiernos del mundo ciertamente serán lejanos a lo que verdaderamente requieren las personas, microempresas, compañías y grandes corporaciones de nuestro país, de la región y del mundo para superar la crisis que acaba de llegar y que muchos quizá se desayunarán en ese momento. Las magistrales valoraciones y estimaciones técnicas y estadísticas del impacto que serán presentadas en múltiples ceremonias, cumbres y gabinetes ante organismos nacionales e internacionales probablemente servirán para ser “beneficiarios” de créditos, ayudas y donaciones que facilitarán de alguna manera la forma en la que enfrentaran la situación que de ahora en más deberán afrontar por varios meses e incluso años, siempre con la esperanza de haberle atinado a los números que aspiraron predecir respecto del real impacto que se generará en la actividad empresarial del Ecuador y del mundo.

Si bien, algunas organizaciones tuvieron planes de contingencia y prevención, seguramente muy pocas o quizá ninguna, estuvo preparada para gestionar variables tan dinámicas, negativas y cambiantes como las que ha generado la inesperada pandemia del COVID-19. Ahora bien, el escenario está claro para todos y dadas las condiciones que nos ha forzado a vivir y considerando lo impredecible de las mismas, las empresas deben estructurar sobre la marcha una repuesta eficiente y sobretodo oportuna que les permita enfrentar esta situación día a día, que especialmente se enfoque en primera instancia en mantener la continuidad de su negocio y quizá más adelante previendo la forma de encaminar sus limitados recursos y esfuerzos para sostenerse en pie ojalá sin tener que recurrir a recortes de personal, realizar sus activos o endeudarse con la incertidumbre de si podrán cumplir las obligaciones que contraigan, todo para evitar de cualquier manera tener que finiquitar su operación, cerrar su puertas y liquidar quizá para muchos el trabajo de una vida.

Por ahora, la prioridad dentro del plan de actuación de las organizaciones debe centrarse en reducir al mínimo el riesgo de que la actividad de su negocio se vea interrumpida. Para esto, es imprescindible analizar detenidamente los escenarios concretos en los que cada empresa se desenvuelve en medio de esta crisis nacional y mundial. De la misma manera es trascendental mantener una comunicación fluida y efectiva con los stakeholders (grupos de interés, internos y externos) de la organización, con la finalidad de cuidar, mantener y ojalá fortalecer las relaciones que en el corto, mediano y largo plazo les permita apoyarse y robustecerse juntos para salir “bien librados” de esta crítica situación.

En definitiva, dado el panorama que nos envuelve y en el cual las organizaciones deberán desempeñarse durante esta crisis y posterior a ella, las empresas se encuentran frente a un reto de grandes magnitudes, que sin duda alguna pondrá a prueba su capacidad de gestión y de resiliencia ante la adversidad, y que contrariamente a lo que anhelamos y esperamos, con gran certeza puedo afirmar que muchas no pasarán esta difícil prueba.

Uno de los factores que determinará el éxito o fracaso de las organizaciones especialmente de servicios, sin duda alguna será su capacidad de gestión del talento humano, y para las empresas de manufactura y producción, inevitablemente será el nivel de automatización de sus procesos, ya que en cada caso, de dichos factores dependerá la continuidad en la ejecución de sus procesos para la elaboración de sus productos o prestación de sus servicios con los cuales intentarán satisfacer la demanda del mercado en estos momentos y más aún en el futuro inmediato. Si nos centramos especialmente en empresas de servicios, la clave radica en las facilidades que éstas dispongan para ejecutar sus procesos de forma remota, lo que se denomina de manera general como teletrabajo, y que si bien es “conocido por muchos” realmente resulta emergente y aún en etapa de gestación para más del 90% de empresas en el mundo, pero que sin dudarlo en la travesía de esta crisis ha sido el camino que la gran parte de empresas ha tenido que aplicar a empujones y tropezones, y que de ahora en más muchas analizan como aplicarlas de cara hacia el futuro, y lo curioso es que este cambio abrupto y escasamente planificado se ha insertado en el mercado empresarial mundial como un efecto de la pandemia del COVID-19.

El teletrabajo en el mundo

De acuerdo a varias estadísticas sabemos que el teletrabajo no es una práctica generalizada en el mundo, ya que su implementación oscila entre el 2% y el 40% de empresas dependiendo de cada país. En 2017, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y Eurofound, publicaron un estudio denominado “Trabajar a toda hora, en cualquier lugar: Efectos sobre el mundo del trabajo”.

En este análisis, realizado en 10 países de la Unión Europea (UE), así como en Argentina, Brasil, EEUU, India y Japón, se estableció que, si bien el teletrabajo ha aumentado en las últimas décadas, existen diferencias considerables en su forma de aplicación. La investigación también determinó que no necesariamente existe relación entre los indicadores de desarrollo de la economía de cada país con los índices de aplicación del teletrabajo. Los países con más altos índices de teletrabajo identificados en el estudio fueron Suecia con el 51% y EEUU con el 20%, mientras que en países como Alemania, Francia y el Reino Unido se determinaron porcentajes inferiores al 15%.

Enmarcados en este escenario, es importante considerar que el teletrabajo puede gestionarse de forma parcial o total de acuerdo al tipo de organización, ya que según los reportes de MySammy, firma consultora en soluciones para teletrabajo, el 20% del total de la población mundial actualmente teletrabaja, pero dentro de este porcentaje, el 84% de los teletrabajadores lo hace al menos una vez al mes, mientras que el 10% del mismo total, realiza sus tareas laborales desde su hogar o el lugar de su elección diariamente.

Las cifras y datos de teletrabajo, si bien son relevantes podrían no ofrecernos un claro panorama de la situación en Latinoamérica, puesto que en la mayoría de países en esta región la tendencia es claramente menos potente, e incluso a la fecha no existen cifras oficiales al respecto.

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CO-VID 19 en el mundo empresarial

No obstante, dadas las condiciones actuales generadas por la pandemia del COVID-19 y considerando que la mayor parte de organizaciones se vieron obligadas a adoptar el teletrabajo como un plan emergente, ya que de no hacerlo su única alternativa era paralizar su operación, y con ello en muchos casos sus directivos debían estar dispuestos a detener el negocio, alternativa que de ninguna manera consideramos viable para cualquier empresa por más fuerte, sólida y solvente que pueda considerarse. Por todo lo comentado resulta trascendental reflexionar en los puntos relevantes relacionados con este ámbito que de alguna manera en muchos países se verá acelerado en su aplicación a partir de ahora, tanto desde la perspectiva de las empresas como de los teletrabajadores.

Para las empresas

Para la mayor parte de empresas en este preciso momento, el teletrabajo es la única manera de dar continuidad a sus operaciones, sin embargo, su implementación de forma adecuada y planificada, dada su relevancia y necesidad actual y futura, representa un gran desafío para la cultura de las organizaciones y sobretodo de sus directivos que deben “cambiar su chip” y apoyarse en soluciones tecnológicas que faciliten por una parte el desempeño remoto de sus colaboradores y por otra que permitan realizar un adecuado control de los mismos, al inicio con casos específicos haciendo ejercicios de prueba y error hasta determinar la forma óptima de hacerlo para su giro de negocio.

Uno los principales conflictos que los líderes de las empresas enfrentan en este escenario, es el temor a perder el control directo sobre el teletrabajador, o no estar en capacidad de medir o en el mejor de los casos facilitar a su colaborador el cumplimiento de las labores establecidas para su posición, o quizá aún más distante de su preocupación, si dicho colaborador tiene dificultades o necesidades de retroalimentación constructiva de su desempeño, para lo cual el aspecto que mencionamos hace un instante denominado cultura organizacional de teletrabajo es la que debe sembrarse en las compañías que desean hacer de esta modalidad de trabajo una fortaleza para el futuro, ya que la clave está en gran medida no solo en lo que el empleador puede hacer por el teletrabajador, sino, en lo que el teletrabajador puede asegurar a su empleador en términos de rendimiento, productividad y desempeño bajo esta modalidad.

Este aspecto que actualmente nace de la falta de planificación, debe ser solventado por las empresas con una estrategia integral que considere a las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) ya no como un elemento de soporte a la estrategia institucional sino como un componente esencial para la gestión básica de la organización. Actualmente, en la red existen innumerables herramientas que permitirán a los líderes empresariales y a sus equipos mantenerse comunicados y gestionar el desarrollo de sus proyectos de forma remota pero colaborativa, potenciando o al menos asegurando los resultados que la organización requiere.

Este sería un excelente ejercicio para comprobar y sincerar la cultura corporativa de empresas que año a año realizan un gran esfuerzo con sus unidades de marketing y comunicación corporativa para venderse como “mejores empleadores o lugares para trabajar” gracias a calificaciones asignadas por compañías que muchas veces ni siquiera miden su propia cultura institucional pero que consideran estar en capacidad de medir a otras empresas, ya que entenderíamos que estas empresas deberían generar excelentes resultados aplicando el teletrabajo de forma permanente, y en el supuesto de que sus resultados no sean tan alentadores como sus calificaciones, utilizarlos como una oportunidad para reflexionar sobre los aspectos que en realidad deben fortalecer en su cultura corporativa y en su colaboradores, a fin de que ésta se manifieste en los resultados institucionales independiente de las modalidades de trabajo que apliquen.

En Ecuador actualmente las empresas públicas gracias a la crisis se han visto forzadas a disponer que más de doscientos mil servidores teletrabajen, por lo cual es momento que el gobierno analice seriamente esta figura como un alternativa para optimizar, modernizar, simplificar y migrar sus procesos a plataformas digitales, con lo cual mejorarán su oferta y disponibilidad de servicios y por otra parte utilizarla para perfeccionar sus estructuras, prescindir de quienes probablemente en lugar de consumir recursos del estado podrían generar empleo y recursos como emprendedores y auto empleadores, prescindir de toda su infraestructura y con ello de los costos asociados a ella tales como arriendos, servicios básicos, materiales y equipos, servicios de limpieza, de seguridad, de transporte, y muchos otros gastos que se generan para mantener gran cantidad de colaboradores en instalaciones físicas estatales.

Ahora más que nunca, debe elevarse la moral, la lealtad y el compromiso de los equipos de trabajo para consolidar su productividad, sin embargo, indudablemente, el progreso de esta tarea dependerá en gran medida de cómo se haya gestionado la cultura corporativa antes de la crisis, de esta forma todas las variables deben solventarse de manera ordenada y paralela al desarrollo de los sucesos que estamos viviendo y que seguramente viviremos en el futuro, dado que una vez que se supere la emergencia y se comience a enfrentar la crisis que aún no inicia, seguramente harán la diferencia entre las organizaciones que prevalecerán en el mercado.

Para los colaboradores

Desde el enfoque de los colaboradores, el teletrabajo ha sido percibido como una condición favorable para el equilibrio en su desarrollo laboral y personal, ya que reduce el tiempo y coste de movilización y alimentación en la oficina; aumenta su autonomía y la flexibilidad que el empleador les otorga; y, por consiguiente, en la mayor parte de los casos genera una mejora de la satisfacción del colaborador respecto de su empleador, incrementa su compromiso y su productividad.

Aunque el teletrabajo haya sido instaurado en el país durante las últimas semanas como consecuencia de la emergencia sanitaria que estamos atravesando, los colaboradores que actualmente hacen home office han podido experimentar las ventajas de esta modalidad de trabajo, por lo cual el reto en este sentido es desarrollar su capacidad de organización y auto regulación, es decir, hacerse cargo de la autonomía que implica el teletrabajo para cumplir con sus funciones y responsabilidades adquiridas.

Este aspecto, tal como sucede en el ámbito empresarial, debe ser solventado por los colaboradores sobre la marcha, con el apoyo siempre de su organización y bajo la dirección de un modelo de liderazgo innovador, que facilite su gestión y la generación de resultados para la organización.

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CO-VID 19 en el mundo empresarial: entre la incertidumbre y el teletrabajo

 

En conclusión, la imprevisible aparición del coronavirus (COVID-19) detonó la implementación emergente de un modelo de teletrabajo en el país, en el que tanto empresas como colaboradores se encuentran en proceso de adaptación. Sin embargo, con el trabajo conjunto de los intervinientes (empleadores y trabajadores), seguramente las complicaciones serán superadas y se logrará el objetivo de dar continuidad a los negocios y en el mejor de los casos mantener su productividad con la finalidad de que ambas partes sigan creciendo; las empresas mantengan su competitividad, y los colaboradores como actores clave en este proceso, “aseguren” su fuente de ingresos y mantengan sus condiciones y estabilidad.

El mejor momento

La pandemia del virus COVID-19 ha llegado para sacudir y paralizar al mundo. La preocupación es latente en todos los sectores y ha provocado incluso algo de pánico en las personas, ha colapsado sistemas de salud, desabastecido mercados, he detenido los sistemas de educación públicos y en limitados casos ha forzado a continuar virtualmente con los pensum en varios establecimientos de educación privada que cuentan con mejores plataformas tecnológicas, ha provocado la cancelación vuelos a nivel mundial, suspensión de eventos y sobretodo en estos momentos ha generado un sentimiento de incertidumbre y zozobra por la estabilidad laboral a nivel nacional y mundial.

Estamos frente a un panorama muy poco alentador nunca antes visto a esta escala en las últimas décadas, por lo cual como no puede ser de otra manera ya se habla de una evidente recesión económica mundial, de la cual, como país poco desarrollado, con una balanza comercial negativa y dependiente de países industrializados seguramente tomaremos la peor parte de los efectos venideros que dejará como secuela esta pandemia.

No obstante, aunque parezca que el fin del mundo se acerca, seguramente eso no sucederá, el sol saldrá nuevamente cada día y la vida de la mayor parte de personas seguirá su curso con altos y bajos. En algunos meses todo volverá a “normalizarse” pero habrá una diferencia primordial, ya que encontraremos que muchas cosas habrán cambiado. En el sector empresarial, habrán nacido nuevos negocios, otros se habrán fortalecido y otros seguramente se habrán transformado; el secreto está en identificar las oportunidades dentro de la crisis (incluso en circunstancias en las que la gran mayoría de empresas y empresarios distinguen únicamente dificultades). Este es un tiempo para reinventarse, buscar nuevas soluciones para problemas y escenarios inesperados, aprovechar y trabajar donde los inconvenientes aparecen, tanto las empresas como colaboradores estamos frente a una crisis que con seguridad generará oportunidades para mejorar nuestra gestión, para plantear nuevas formas de trabajo y demostrar que esta lamentable situación ha llegado para sacar lo mejor de cada uno de nosotros, y que no existe mejor momento que ahora para creer que podemos salir adelante y crecer como seres humanos y como profesionales.

Si su empresa cree realmente que este es el camino y que puede generarle beneficios, le sugerimos que empiece por realizar un análisis de sus objetivos estratégicos, en función de ello analizar sus procesos, identificar aquellos que por su naturaleza pueden realizarse de manera remota, identificar sus necesidades en cuanto a tecnología para facilitar la gestión de teletrabajo a sus colaboradores, paralelamente realizar una medición de su cultura corporativa y determinar el grado de adaptabilidad de la misma hacia una cultura de teletrabajo, establecer los elementos prioritarios de la cultura que soportarán una adecuada implementación de teletrabajo y con ello trazar una hoja de ruta de corto, mediano y largo plazo.

Sabemos que el camino no es sencillo, sabemos que la confianza en este esquema tomará tiempo, pero que mejor momento para empezar que ahora.

Recuerda que no hay nada más constante que el cambio, por lo tanto, te invitamos a que te desafíes y desafíes a tu organización, ten en cuenta que la limitación generalmente está en la mente y creencias de los empresarios y directivos de las empresas más que en los procesos y capacidades de las mismas.

 

Por: Alex Carpio / Cristina Peña

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